Empezamos por el partido de Argentina y Brasil, estaba llamado a ser, con permiso del España-Grecia, el mejor partido de octavos de final, el más emocionante y reñido, y así fue. Un partido para el recuerdo, y para hacer más grande si cabe el palmarés de éxitos de Luis Scola, hoy descomunal y que resolvió el partido para Argentina en los últimos segundos, cuando Barbosa y Marcelinho apretaban las tuercas, sobre todo con acierto exterior.
No había miedo, no había complejos, los equipos salieron a por todas, y un 25-25 en el primer cuarto dejaba claro que no iba a ser fácil para ninguno, que se iban a necesitar todas las ayudas posibles, y la ayuda de Scola fue descomunal.
Quizás el problema brasileño fue que Splitter no salió en el cinco inicial y así Scola no tuvo ningún rival bajo el aro, y cuando el nuevo jugador de los Spurs salió, Scola ya estaba demasiado fino, demasiado como para poder pararle, demencial el juego del de los Rockets.

En el partido de Lituania y China, las cosas salieron más o menos como se esperaba, Lituania se verá las caras con Argentina en cuartos, aunque llegará a esta cita habiendo visto cómo los chinos les pedían paso a gritos.
Básicamente, China se mantuvo en el partido en el primer cuarto por su defensa en zona, muy efectiva, dado que el % de los lituanos en tiro exterior no es muy favorable, y aprovechando también que el juego interior chino suma más centímetros.
Aún así, Kleiza (una vez más) resolvió el partido para los suyos, y Javtokas junto con Jasaitis con 11 rebotes al descanso no permitieron segundas oportunidades a los chinos. En definitiva, después de la reanudación ya no hubo color y Lituania demostró su superioridad ante los asiáticos, que solo pudieron ver como el partido se les escapaba paulatinamente.
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